El pensador entre rejas

El pensador entre rejas

por el Arquitecto Gustavo Brandariz

Un mail de nuestra querida Ema Cibotti me puso sobre aviso: alguien, con pasión delictiva, había atentado contra la escultura de Rodin en la Plaza Lorea, muy cerca del Palacio del Congreso. Después de pintarrajear el bronce, había escrito con aerosol, en el pedestal, un texto agraviante, que sólo por dejar testimonio documental, debemos transcribir: "Pensá de qué te sirvió tanto pensar antes de que se te termine".

Quien lo hizo no fue un iletrado: por el contrario, sabía que la obra lleva por nombre "El Pensador", conocía evidentemente su valor, y se gastó una ironía barata con la soberbia de quien se atreve a dañar lo ajeno pretendiendo ponerse a la par de un pensador. Y en vez de discutir ideas o de proponer las suyas, aplicó pintura con su desvarío en la propiedad de todos. Tal vez lo único que falte sea que -si algún día fuera descubierto y atrapado- se queje de que le cercenan su libertad de expresión y le censuran sus ideas. Algo así como suponer que matar fuera un derecho humano del asesino.

Que las grandes obras de arte están expuestas al vandalismo, no es novedad. Que hay magnicidios por convicción asesina y otros por delirio de grandeza, tampoco es novedad. Pero la señal nueva es que este atentado tiene la forma de la pretendida filosofía de un graffiti irónico, de un comentario de lector amparado en la impunidad, del llamado del oyente anónimo que dice una atrocidad prejuzgando sobre un delito que la Justicia investiga angustiosamente. Todo barato, rápido, irresponsable, soberbio e ignorante.

Siempre existen los riesgos. Si presidentes de países poderosos y hasta el Papa Juan Pablo II fueron víctimas de atentados ¿cómo no pensar que El Pensador está expuesto? Muchísimas obras de arte fueron blanco de alienados o no tan alienados que las atacaron. ¡Hasta La Piedad de Miguel Ángel, en San Pedro!

En Inglaterra, el 10 de marzo 1914, alrededor de las 11 de la mañana, la sufragista canadiense Mary Raleigh Richardson atacó y dañó gravemente con un cuchillo de carnicero el cuadro de Diego Velázquez "La Venus del Espejo" exhibido en la National Gallery de Londres. El cuadro es considerado uno de los más hermosos desnudos femeninos de la pintura universal, es uno de los pocos que existen en la pintura española y fue el primero de los muy pocos de Velázquez. La "Venus del espejo" muestra un cuerpo femenino de acentuadas curvas sensuales, pero con refinamiento y elegancia. El punto de vista es original ya que la diosa está vista de espaldas, pudorosamente recostada sobre su diván, y su rostro se refleja en el espejo. El cuerpo de Venus es blanco nacarado y se recorta sobre un fondo de grises plateados.

El cuadro atacado requirió una larga restauración, que fue realizada por H. Ruhemann, con gran repercusión periodística. El ataque perpetrado por Mary Richardson, realizado en solidaridad con la líder sufragista Emmeline Pankhurst, a la sazón detenida y en riesgo de ser ajusticiada, fue reivindicado por su autora en un mensaje que se difundió rápidamente, pese a que fue detenida en la propia sala del museo. En su manifiesto, Richardson afirmaba que había tratado de "destruir el retrato de la más bella mujer de la mitología como protesta hacia el gobierno por destruir a Mrs Pankhurst, el más bello carácter femenino de la historia moderna". Sometida a su juicio, Mary Richardson manifestó que ella había sido una estudiante de arte, "pero que le preocupaba más la justicia que el arte". Mucho tiempo después, en 1952, agregó otra justificación a su atentado, sosteniendo que odiaba la forma en que los visitantes hombres se quedaban contemplando aquel cuadro todo el día. Desde 1914, el atentado ha tenido, a lo largo de los años, varias interpretaciones. Una de ellas sostiene que no se trató simplemente de un acto de vandalismo motivado por ideas políticas sino también una demostración orquestada para acusar a los museos de arte de ejercer un poder de control para perpetuar un esquema de roles de género, reservándose como instituciones masculinas, inaccesibles para mujeres. Como consecuencia del ataque, la National Gallery, la Wallace Collection, y la National Portrait Gallery (en donde se produjo un ataque similar) fueron cerradas para visitantes femeninas y posteriormente, sólo se les permitió el acceso en compañía de hombres que se hicieran responsables de su "conducta".

Por lo tanto, con tan ilustres antecedentes vaticanos, ingleses y franceses, no debiéramos sentirnos disminuídos por estos rasgos del "primer mundo". Pero hay mucho más. "El Pensador" de la Plaza Congreso -nuestro Pensador- es una de las dos copias del molde original realizadas por Rodin. Tiene un valor enorme pero mayor que su valor venal es su valor espiritual.

Auguste Rodin (1840-1917) fue escultor, pintor y dibujante. Había nacido en París. Habitualmente es considerado el escultor francés más importante del Siglo XIX y por ser francés en aquel tiempo, quizás fue el más importante del mundo de entonces. Formado en la Ecole spéciale de dessin et de mathématique (la "Petite Ecole") y en el Muséum d’histoire naturelle, comenzó a trabajar como ornamentista de arquitectura y decorador. A partir de 1864, trabajó en el atelier de Albert Carrier-Belleuse -el autor de nuestro monumento a Belgrano en Plaza de Mayo. En 1871, se exilió en Bruselas y, con el apoyo de su maestro, trabajó en la decoración del edificio de la Bolsa. De regreso, en 1877 presentó en el Salón anual su escultura "L’Age d’airain", un desnudo masculino alegórico (La edad del bronce) de tal realismo que Rodín resultó acusado falsamente de haberla modelado sobre un modelo vivo, lo que constituiría un  escándalo inaceptable. Finalmente fue rehabilitado gracias a una investigación y al respaldo de notables colegas como su maestro Carrier-Belleuse, Alexandre Falguière, Eugène Guillaume y otros artistas notables.

Entre 1879 y 1882 Rodin trabajó en la Manufactura de Sèvres, siendo Carrier-Belleuse, director artístico, pero renunció para dedicarse al encargo oficial de "La puerta del Infierno", una puerta historiada basada en la Divina Comedia, a cuya elaboración dedicó muchos años en forma discontinua y dejó inconclusa, pero de la cual extrajo muchos motivos como "El pensador" (1880). El asunto merece una comprensión en su profundidad.

El tema de las puertas historiadas tenía un honroso antecedente en Florencia, en la obra de Lorenzo Ghiberti. Ya era un escultor importante en una ciudad todavía medieval pero culta y progresista, cuando su notoriedad  creció a partir de 1401 al ganar el concurso para decorar las segundas puertas del Bautisterio de la Catedral de Florencia, Santa María de las Flores. Trabajó en estas puertas durante más de veinte años (de 1403 a 1424), y utilizando la técnica del relato iconográfico en cuadros, como en la Columna Trajana, incluyó veinte episodios de la vida de Cristo y ocho tallas de santos. Su obra fue tan apreciada que los comerciantes de Florencia le encomendaron una tercera doble puerta para el Bautisterio, que terminó en 1452: diez bajorrelieves de bronce dorado con escenas del Antiguo Testamento. Si en su trabajo anterior todavía Ghiberti era un escultor gótico, en estas nuevas puertas era plenamente renacentista. Miguel Ángel, que admiraba a Ghiberti, bautizó para siempre a esta puerta como la "Puerta del Paraíso".

Otro gran antecedente era la obra del gran Donatello, que aprendió con Ghiberti. A partir de 1404 fue aprendiz en su taller florentino y ayudó a su maestro en la realización de la cera para la fundición de los modelos de la puerta norte. Luego Donatello siguió su descollante labor como orfebre y escultor y, a partir de 1428 hizo también él unas maravillosas puertas historiadas en bronce: la "Puerta de los Mártires" y la "Puerta de los Apóstoles", en la Sacristía Vieja construída por Filippo Brunelleschi en la Iglesia de San Lorenzo, el templo de los Medicis en Florencia: diez recuadros por puerta en donde confrontan la vida intelectual y la religiosa.

Rodin tenía esos modelos, como los tuvo nuestro Arturo Dresco, autor de la Puerta Historiada de la Escuela Carlos Pellegrini, Av. Entre Ríos 1353, inaugurada el 11 de septiembre de 1933, un homenaje a Sarmiento, el magisterio y la educación, que envió desde Florencia: ocho paneles en los que se visualizan paisajes de distintas regiones del país y a docentes realizando sus tareas. En sus cuatro ángulos, Moreno, Rivadavia, Belgrano y Sarmiento; en otros paños, la fauna y flora nativas y los 14 escudos de las provincias que existían en 1933.

Pero volvamos a Rodin: la puerta fue una obra notable dentro de la producción del autor de una sorprendente y expresiva estatua de  "Balzac" (1888), de "Los burgueses de Calais" (1889-1895) y de una notable cantidad de fantasías escultóricas, bustos y grupos. Rodin fue no sólo un artista sino también una importante personalidad cultural: miembro de las Academias de Bellas Artes de Berlín, Munich y Dresde, doctor honoris causa de las universidades de Oxford y Glasgow, fundador en 1889 de la Société Nationale des Beaux-Arts, una de las figuras máximas de la Europa de fines del siglo XIX. Su residencia y el Hôtel Biron se convirtieron en sendos museos en donde se conserva su obra, que donó al Estado francés.

Rodin fue maestro de Antoine Bourdelle, Camille Claudel y otros escultores e influyó mucho sobre nuestros Rogelio Yrurtia y Pedro Zonza Briano. El Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires posee en su colección una cantidad de obras de su autoría: "La Terre et La Lune" (La Tierra y la Luna) (1899, mármol), "Le baiser" (El beso) (modelado y vaciado en yeso), "Main de Dieu" (La Mano de Dios) (ca.1898, bronce), "Eve" (1881, bronce patinado), "El genio de la guerra" (1878, bronce patinado), "Estudio para la Danaide" (bronce patinado), "Estudio para manos" (bronce patinado), "Bourgeois a la cle" (Estudio) (bronce patinado), "Petite Baigneuse" (Pequeña bañista) (yeso), "El minotauro" (yeso), "La luxure et l'avarice" (La lujuria y la avaricia) (1887, bronce), "Amor fugit" (1880/1882, bronce patinado), "Cabeza monumental de Balzac" (ca.1890/18, bronce patinado), "Andrómede" (La Danaide) (talla, mármol), "Jeune mère dans la grotte" (Joven madre en la gruta) (ca.1885, bronce patinado), y "Cabeza del dolor" (1882, bronce). Nuestro Museo Nacional de Arte Decorativo conserva el bronce del proyecto de frente para la chimenea del Gran Hall (1913, fundido por Alexis Rudier), por encargo de la familia Errázuriz. Pero entre todas las obras rodinianas de Buenos Aires, sobresalen El Pensador y el Monumento a Sarmiento.

La República Argentina tuvo el acierto de encargarle a Rodin una de las pocas estatuas que realizó en su vida y que es hoy una de las piezas de mayor valor del patrimonio escultórico de nuestro país: la estatua de Domingo F. Sarmiento, emplazada en la Av. Sarmiento esquina Av. Del Libertador, en el Parque 3 de febrero de Buenos Aires (1895-1900). No es el Sarmiento anciano y familiar que imaginaron en 1900 quienes habían conocido en vida al sanjuanino. Es un Sarmiento rodiniano, en donde el escultor interpreta expresivamente la fuerza espiritual del Gran Maestro. Del mayor escultor del siglo XIX no hay otro país como la Argentina que pueda mostrar una obra maestra hecha tan a medida de un pueblo que por entonces se destacaba por su cultura, por su prosperidad y por su civilización. Las postales de los parques y de las esculturas públicas del Buenos Aires de entonces, documentan nuestra presencia entre las naciones más cultas de la tierra.

Llegamos, así, a nuestro "Pensador". En 1903, Ernesto De la Cárcova -el extraordinario pintor de "Sin pan y sin trabajo"-, ocupaba una banca como Concejal en la Ciudad de Buenos Aires. Considerando que la urbe necesitaba enriquecer su patrimonio artístico, propuso destinar una suma anual dentro del presupuesto para la adquisición de obras de arte escultórico público. El proyecto mereció rápida aprobación y para su ejecución fue nombrada una comisión integrada por el Director de Arquitectura, el Director de Paseos Públicos, el Director del Museo Nacional de Bellas Artes -Eduardo Schiaffino- y el Presidente de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. A sus fines, Schiaffino y De la Cárcova viajaron a Europa y adquirieron obras del nivel artístico de "Los primeros fríos", de Miquel Blay Fábregas y "Sagunto", de Agustín Querol. Del mismo modo, fueron ellos, en su carácter de Comisionados Municipales quienes adquirieron para Buenos Aires la copia en bronce de "El Pensador", que fue inaugurada en noviembre de 1907 en la Plaza Lorea, Avenida Rivadavia y Luis Sáenz Peña.

Buenos Aires se elevaba a la altura artística de París. Entre 1898 y 1910 fueron Intendentes Municipales Adolfo J. Bullrich (1898-1902), Alberto Casares  (1902-1904), Carlos Roseti (1904-1906), Manuel Obarrio ( 1906-1906), Carlos Torcuato de Alvear (1907-1908) y Manuel J. Güiraldes (1908-1910). Güiraldes compró en París "La duda", de Cordier. Mayor audacia cultural y progresista no podía pedirse.

"El Pensador" tiene un enorme valor simbólico. El tema de Rodin derivaba de la Divina Comedia, pero su interpretación escultórica era enteramente moderna y en la ejecución del proyecto de "Puerta del Infierno" se nota con toda claridad ese espíritu moderno que, alejándose ya del impresionismo, identificamos con el rótulo de "art nouveau". A diferencia del "rilievo schiacciato" de Donatello, la plástica de Rodin funde en una continuidad la figura y su ambiente. El volumen y el espacio se integran de un modo poético muy alejado de la técnica antigua del contorno. "Recordad esto -escribía Rodin-: no hay líneas, sólo existen volúmenes, Cuando dibujéis no os preocupéis jamás del contorno, sino del relieve. Es el relieve lo que rige el contorno". El contorno, recuerda Roman Gubern, fue inventado por el hombre prehistórico y así pudo delinear formas en la pintura rupestre. Pero el contorno es un recurso y no una realidad normal.

Cuando Rodin modelaba las 180 figuras de las Puertas del Infierno, su grupo escultórico monumental de más de 6 metros de altura y 4 de ancho, no estaba pensando en superficies sino en relieves. "Toda vida surge de un centro, luego germina y se expande de adentro hacia afuera. Del mismo modo, en toda bella escultura, se adivina siempre una potente impulsión interior". La obra le había sido encargada en 1880 por Edmond Turquet en nombre del Estado francés, para el futuro Museo de Artes Decorativas de París. Pero la obra no se concretó: Rodin hizo el yeso monumental y fue perfeccionándolo hasta su muerte en 1917. El bronce fue fundido después, y se conservan el yeso -en el Musée d'Orsay- y el bronce en el Museo Rodin.

El escultor se basó en Dante Alighieri, pero también en "Les fleurs du mal" de Charles Baudelaire, e hizo una gran alegoría acerca del amor y la condena como expresión de una profunda reflexión sobre la condición humana. Partiendo del Dante, Rodin se alejaba del fondo religioso y de adentraba en los laberintos del alma humana.

En el dintel de la Puerta, por debajo de tres figuras alegóricas -"Las tres sombras"-, en el eje de la composición, estaba, solitario, "El Pensador", que Rodin extrajo como figura aislada y lo convirtió en una de sus obras maestras. Representa a un hombre meditando, ensimismado como si se enfrentara a un profundo dilema. Originariamente denominada "El poeta", la estatua representaba, en realidad, a Dante Alighieri frente a las Puertas del Infierno, meditando sobre su poema. Era la figura central, el protagonista de la gran Puerta. Rodin elige un desnudo como un homenaje al Moisés de Miguel Ángel. En el yeso original la figura tenía 71,5 cm. de altura. Al extraerla como figura aislada, la amplificó considerablemente y la expuso por primera vez, también en yeso, en Copenhague en 1888. Además, en el Musée Rodin de Meudon -antiguo taller del escultor- pueden verse una serie de yesos que ilustran el desarrollo de los trabajos de la Puerta.

La primera fundición en bronce data de 1902 y sólo se exhibió en 1904. Los admiradores de Rodin organizaron una colecta y la compraron para donarla a la Ciudad de París; estuvo emplazada desde 1914 frente al Panteón y en 1922 se la trasladó al "Hotel Biron" al transformarse el edificio en sede del Museo Rodin.

Según creemos, de aquel primer bronce se hicieron apenas dos copias, una de ellas, la nuestra. Luego, mucho más adelante, en 1917, la Fundición de Alexis Rudier realizó otros 25 ejemplares, de diferentes medidas, que fueron distribuidos en museos y colecciones privadas: el Museo Rodin de Filadelfia, el Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio, el Kunsthaus Zürich, el jardín de esculturas de la Universidad de Stanford, la Rodin Gallery de Seúl, etc. Existe una organización que procura establecer con precisión el destino de cada copia.

Tal la dimensión universal del Pensador de Rodin, y dentro de ella, el valor de nuestra escultura. Durante décadas Buenos Aires fue conciente de este valor. En 1951 la Editorial Losada publicó en su Biblioteca Contemporánea el "Buenos Aires en tinta china" de Attilio Rossi, que acaba de reeditarse en agosto de 2010. El libro lleva un poema de Rafael Alberti, Prólogo de Jorge Luis Borges y todas las tintas del gran dibujante milanés que retrató a nuestra Ciudad con fina percepción y mucho amor. En la página 47 está "El Pensador", tan nuestro como el Cabildo, el Obelisco, la calle Florida, el Kavanagh, las casas de San Telmo, la calle Garibaldi, el Pilar y la Iglesia redonda de Belgrano.

Pero ahora, al recorrer la Ciudad, una extraña sensación nos invade. La Buenos Aires de los parques, de las esculturas artísticas, de las calles limpias y las escuelas relucientes, parece otra, invadida por los graffitis, las montañas de desperdicios, los vendedores ambulantes y manteros ilegales, los esforzados cartoneros sin esperanza, los niños mendigos y una creciente sensación de que la seguridad está detrás de los barrotes. ¿Evolución de la metrópolis en megalópolis? ¿Migración de la calidad de vida hacia el espejismo de los barrios cerrados periféricos? Una profunda crisis de urbanidad, de civilización, está librando el espacio público a sus enemigos, mientras los ciudadanos se encierran en fortalezas inseguras que feudalizan el futuro social. Ciudad, que deriva de "civis", deja paso a una urbe fantasmal en donde unas bandas se adueñan de lo que es de todos. Sólo faltaba el símbolo de la victoria, y finalmente apareció: "Pensá de qué te sirvió tanto pensar antes de que se te termine".

En 2008 una ley -nunca cumplida- dispuso el traslado de "El Pensador" a las escalinatas del Palacio del Congreso: ¿Para qué?. Después del atentado y de su inmediata limpieza por el Gobierno de la Ciudad, en 2011 la Legislatura propone enrejar la obra de arte... ¿para preservarla? Habría que cambiarle el nombre: "El pensador entre rejas", mal símbolo para una democracia enjaular al pensamiento...

Podrán enrejar al Dante, a la poesía, a la reflexión, al pensamiento... pero desde alguna ventana se oirá siempre el "Va pensiero" de Verdi, en algún libro saltará a la vista la Victoria Aptera -el pensamiento alado-, alguien recordará el legado del arte de Atenas -que como decía Malraux había unido como nunca antes la lanza y el pensamiento, y alguien contemplará "El Pensador" de Rodin, preso o no. Y entonces quedará en claro que no hay rejas para el pensamiento y que al encarcelar la obra de Rodin no habremos hecho otra cosa que renunciar a la defensa del espacio público como tierra de libertad, de seguridad, de civilización y de belleza.

Tal vez todavía estemos a tiempo, y antes de seguir la retirada, podamos juntar voluntades para recuperar para todos lo que es de todos. "Creo más en las escuelas que en los fusiles para desarmar a los bárbaros", escribía Sarmiento. ¿No será que el ataque a la estatua de Rodin nos está poniendo delante de nuestras responsabilidades?

Gustavo A. Brandariz