viernes, 3 de febrero de 2012

Pabellón en Venecia de Cataluña y Baleares / Vogadors (Architectural Rowers)


Pabellón en Venecia de Cataluña y Baleares / Vogadors (Architectural Rowers)


Cortesía Vogadors / Architectural Rowers
Comisarios: Félix Arranz (Arquitecto y Editor) y Jordi Badia (Arquitecto y Editor)
Vogadors  (Architectural Rowers) “Catalan & Balearic Threads: hard materiality for a permeable architecture”,  destaca la importancia de una arquitectura austera basada en el respeto al entorno y a los usuarios. Para desarrollarlo, Jordi Badia y Félix Arranz cogen como punto de partida una frase de Jorge Oteiza:
«Quien avanza creando algo nuevo, lo hace como un remero, avanzando hacia adelante, pero remando de espaldas, mirando atrás, hacia el pasado, hacia lo existente para poder reinventar sus claves».
Cortesía Vogadors / Architectural Rowers
La propuesta, de la que no se han hecho todavía públicas las obras concretas que sustentarán la tesis, ofrece una primera respuesta a la pregunta general sobre “lo común”, planteada por el nuevo director de la Biennale, David Chipperfield:
“¿Lo común? un clamor que reclama que la arquitectura sea capaz de dar forma y contenido, a nuestro modo y de nuestro tiempo, a los espacios nuevos o rehechos que construimos y habitamos y que, a la vez, se pueda entender enraizada en nuestras tradiciones y territorios, con memoria y respeto por lo que queda atrás en el tiempo y en la historia, con una consideración nítida de proximidad y atención a lo necesario, a la vida misma”
Cortesía Vogadors / Architectural Rowers
La muestra reclama el trabajo no ruidoso y contínuo de un linaje de arquitecturas y arquitectos de Cataluña y las Baleares que (remando) desde una labor de oficio simultáneamente profesional, técnico e intelectual persisten en ofrecer una arquitectura de fuertes raíces, de naturaleza obstinadamente material y que sin embargo termina por ofrecer una gran permeabilidad tanto a las condiciones medioambientales como a las de la vida y los rituales humanos. Una arquitectura con un innegable componente plástico resultante de la sofisticación del proyecto arquitectónico que la sustenta y de valores culturales evidenciados de maneras no artificiosas sino naturales, cuya única apariencia es de espontaneidad, siéndolo además. Una arquitectura que sigue viva en las escuelas de arquitectura catalanas de la mano, principalmente, de un profesorado que con independencia de las materias que imparte, insiste en otorgar a los procesos de la construcción un papel esencial en la naturaleza de la arquitectura mediterránea.
Una manera de entender el aprendizaje y la práctica de la arquitectura, un carácter, de interés internacional por estar conectada con corrientes similares en otros países y culturas y por anunciar en su estela las respuestas para una próxima arquitectura.
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