Los primeros huéspedes de un lujoso hotel
13 de mayo de 2012
Marta Armero, Rusia Hoy
Marta Armero, Rusia Hoy
Es difícil imaginar qué pasaría por las mentes de los 800 judíos rusos que, en enero de 1892, en pleno verano austral, llegaron a Mar del Sud para alojarse en un fastuoso hotel que aún no se había inaugurado. El viaje hasta allí había sido demasiado largo, plagado de adversidades, y todavía no habían alcanzado su destino final. Pero los tres meses que pasaron allí fueron un paréntesis de paz en su largo éxodo.
Fachada del Hotel Atlántico. Fuente: Walter Barús.
A finales del siglo XIX corrían malos tiempos para los judíos radicados en Rusia. Tras el asesinato del zar Alejandro II comenzó una política de vuelta al absolutismo y de represión. El nuevo zar Alejandro III culpó a los judíos del asesinato de su padre, de modo que comenzaron los pogromos antisemitas. Cientos de familias huyeron de Rusia en busca de la tierra prometida en Palestina pero, antes de llegar, el gobierno turco decretó la prohibición de entrada de judíos a la región. Sin posibilidad de volver a Rusia y con Turquía cerrándoles la puerta, quedaron atrapados en Constantinopla, sin recursos y rozando la miseria.
Por entonces, el Barón Maurice von Hirsch había fundado la Jewish Colonization Associaton con el objetivo ayudar a los judíos perseguidos a colonizar nuevas tierras agrícolas fuera de Rusia. Hirsch, un filántropo judío alemán que no creía en la caridad, decidió incluir a los refugiados de Constantinopla en su proyecto para colonizar tierras en la República Argentina.
En noviembre de 1891 un grupo de 818 emigrantes partió de Constantinopla hacia Burdeos, donde se embarcaron en el vapor Pampa con destino a Argentina. Desde entonces se les conoce como los pampistas.
Interior del Atlántico. Fuente: Walter Barús
Cuando llegaron al puerto de Buenos Aires fueron alojados en el viejo Hotel de Inmigrantes a la espera de que la fundación del barón Hirsch completara la compra de nuevas tierras para estos colonos. Pero las gestiones se prolongaron y tuvieron que reubicarlos. Fue así como se tomó la decisión de trasladarlos al lujoso hotel Boulevard Atlántico.
Desde su casa en Mar del Sud, Jorge Schweitzer contempla cada día la imagen del imponente hotel que proyectó su bisabuelo Carlos Mauricio Schweitzer. “Mi bisabuelo era el presidente del Banco Constructor de La Plata, el impulsor de la obra, con la idea de que fuera el primer hotel del lujo de la costa atlántica”, cuenta Jorge. Con la obra casi terminada llegó la crisis de 1890 y la quiebra del banco. Coincidiendo con el anuncio de venta del hotel surge la necesidad de reubicar a los pampistas, de modo que se decidió alojarlos allí. Según Jorge, su bisabuelo ofreció el hotel “por una cuestión de solidaridad”. Poco tiempo después, arruinado por las crisis “se suicidó pegándose un tiro en vez de agarrar la plata y salir corriendo”. Sin duda eran otros tiempos.
Algunas de las historias que se vivieron en el hotel quedaron recogidas en libros como Tierra soñada, donde José Liebermann cuenta en primera persona la llegada a Mar del Sud el 6 de enero de 1892: “Cuando aquella impresionante caravana de sesenta carretas se detuvo frente al rojo edificio del Boulevard Atlántico, en la solitaria localidad atlántica de Mar del Sud, los inmigrantes, levantando sus miradas al cielo, agradecieron a Dios su misericordia, mientras fluían lágrimas de alegría de sus ojos".
La insólita imagen con la que se encontraron los pampistas era la de un enorme edificio de estilo neoclásico en medio de la nada, con el mar de fondo y rodeado de dunas.
“En aquella época era todo playa, un lugar paradisíaco” dice Jorge Schweitzer. Y fue el mar una de las cosas que más disfrutaron, tal y como cuenta en sus memorias Mauricio Chajchir, ya fallecido, que llegó con 10 años a Mar del Sud: “Nos bañábamos en la playa, solitaria y despoblada, con el mismo traje que Adán. Había que andar 50 metros para que el agua nos llegara al pecho”.
El hotel, con sus casi 100 habitaciones y amplios espacios, se convirtió en lo más parecido a un hogar que habían tenido en mucho tiempo. Se sabe que uno de los salones funcionó como improvisada sinagoga; cuentan que hubo bailes y hasta se celebraron casamientos. En sus patios con exóticas palmeras se reunían para charlar y jugar.
Patio del hotel: Fuente: Walter Barús.
No todos se alojaron en el hotel, como fue el caso de Enrique Dickman: “Un compañero de viaje y yo no queríamos ocupar una habitación en el hotel y nos instalamos en una carpa a orillas del mar, donde pasamos más de tres meses en un magnífico veraneo”. Dickman, que llegó a ser diputado en el Congreso Nacional, relata cómo vivió esos días en su libro Recuerdos de un militante socialista: “Pasé en Mar del Sud tres meses maravillosos. Campo, mar, pesca y caza, trabajo provechoso y no muy duro, en contacto con la vida rural. ¡Así empezaron mis días y mis trabajos en mi nueva patria!”
Dos acontecimientos ensombrecieron la vida de los pampistas en el Boulevard Atlántico. A los pocos días de su llegada un terrible temporal derrumbó una de las paredes del piso superior del hotel y, aunque no hubo que lamentar víctimas, muchos inmigrantes resultaron heridos. Poco después una epidemia, que pudo ser de tifus o de fiebre amarilla, se llevó por delante la vida de unas veinte personas, la mayoría niños. Todavía se no se conoce con exactitud dónde fueron enterrados, pero ese misterio ha dado pie a múltiples leyendas.
A finales de marzo, coincidiendo con el fin del verano, los emigrantes comenzaron el traslado para ocupar las nuevas colonias en la provincia de Entre Ríos.
Los buenos recuerdos de ese verano en Mar del Sud quedaron grabados para siempre en la historia familiar de los “pampistas”. Algunos de sus descendientes han querido conocer ese hotel junto al mar del que tanto han oído hablar. “Hace cinco años vino una señora buscando el lugar donde había sido enterrada su abuela”, cuenta emocionado Jorge Schweitzer, “yo sé dónde están las tumbas. Al otro lado del arroyo de La Tigra hay una parte blanca donde no crece el pasto porque los enterraron con cal. La señora se puso a llorar. Dos meses después volvió con sus familiares.”
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Los orígenes de Mar del Sur y Boulevard Atlántico
Varios de los miembros de la Familia Otamendi, que poseían campos en la zona, impulsaron la fundación de un balneario. Crearon para tal fin una sociedad anónima junto a distinguidas personalidades de la época y aproximadamente en 1887 adquirieron unas 400 hectáreas sobre la costa al noreste del arroyo La Carolina. Se realizó el plano, se comenzó con la venta de los lotes y se inició la edificación de un hotel. Pero la crisis económica por la que atravesó la Nación en aquella época, provocó la suspensión del ramal ferroviario que llegaría hasta dicha localidad. Los impulsores de este emprendimiento se vieron desanimados y abandonaron todo lo realizado hasta entonces. El hotel, que estaba casi terminado, se fue cubriendo de arena y quienes pasaban por allí se fueron llevando hasta los escombros.
En el expediente iniciado por Guillermo Schweitzer existen documentos sobre la creación del pueblo: Boulevard Atlántico, originado en las tierras de Fernando J. Otamendi que se extendían entre los arroyos La Carolina y La Tigra, al sureste del pueblo de Mar del Sur que había sido fundado con anterioridad.
"Boulevard Atlantic Hotel" de la localidad de Mar del Sud (1880)
Por causas de una profunda crisis económica que azotó al país y ante un panorama desalentador, Fernando Otamendi vendió, en 1889, al Banco Constructor de La Plata (representado por su presidente Carlos Schweitzer) el "paraje de Boulevard Atlántico, continuación de Mar del Sur, después del arroyo La Carolina". Fernando J. Otamendi no vendió un lote de campo sino 254 manzanas, 40 quintas, 24 chacras y 314 unidades individuales. Esto prueba que el 23 de agosto de 1889 Boulevard Atlántico ya había sido fundado.
El pueblo quedó abandonado y posteriormente fue renaciendo hasta que en 1930 tomó impulso hasta constituirse en la actual villa balnearia a la que todos conocen erróneamente como Mar del Sur.
Entre 1882 y 1886 se construyó en la actual villa balnearia de Mar del Sur (perteneciente al partido de Gral. Alvarado) el "Boulevard Atlántico Hotel" que pretendia ser el primer Hotel de Lujo de la costa atlantica bonaerense. Por ese entonces se esperaba que el ferrocarril llegase hasta ese lugar, pero por la crisis en que se vio envuelto el país en 1888 esto no se concretó.
Mar del Sud y el Hotel Boulevar Atlántico, ocaso, gloria, caída y después...
Este trabajo obtuvo una Mención en el Área de Investigaciones Históricas del Premio Anual de Arquitectura, Urbanismo, Investigación y Teoría CAPBA 2000. El Jurado opinó: Relevancia de la temática:"Interesante estudio sobre un edificio que, además de su condición de hito referencial histórico cultural- arquitectónico, encarna como pocos otros el fenómeno del desarrollo urbanístico de los balnearios atlánticos bonaerenses".
Coherencia:"El trabajo plantea orgánicamente diversas facetas de enfoque, desde los aspectos de gestión político-económica hasta el análisis urbanístico y arquitectónico del tema asumido". Posibilidad de desarrollos futuros:"La investigación posee, además de su relevancia intrínseca, el valor agregado de su aplicación a acciones concretas de recuperación y rehabilitación que pudieran establecerse sobre el bien en un futuro próximo".
A fines del siglo XIX surgirán tres emprendimientos urbanísticos al sur de Mar del Plata, impulsados por el éxito de esta como centro balneario. Miramar (1888), Mar del Sud (principios de 1889) y Boulevar Atlántico (mediados de1889), nacerán asi mismo impulsados por el gran negocio que implicaba la venta de tierras, loteadas y vendidas en grandes remates.
En 1888 el agrimensor J. Eugenio Moy, a iniciativa de una sociedad anónima formada por Rómulo Otamendi, Rafael Herrera Vegas, Juan Bautista Otamendi y Julio Goyena, realizará el trazado de Mar del Sud, al norte del arroyo La Carolina, en terrenos que habían adquirido a Fernando J. Otamendi.
Pese al exitoso remate de los lotes y a la construcción de un hotel hoy desaparecido, Mar del Sud no logrará desarrollarse. A mediados de 1889 Fernando J.Otamendi, otrora propietario de las tierras de Mar del Sud, venderá un terreno de su propiedad al sur del arroyo La Carolina con el plano de subdivisión, también realizado por el agrimensor J.Eugenio Moy, al Banco Constructor de La Plata, institución bancaria que llegó a ser una de las más importantes del país a mediados de la década del 80´.
Boceto del hotel antes de su construcción
Este nuevo emprendimiento, llamado Boulevar Atlántico, ocupará las tierras de lo que hoy conocemos como Mar del Sud, ya que aún en la actualidad el desarrollo al norte del arroyo La Carolina es casi inexistente. Para desarrollar el emprendimiento, el Banco Constructor de La Plata inicia la construcción de un hotel, el Boulevar Atlántico Hotel (que serviría de hito fundacional del poblado), así como gestiona ante las autoridades del Ferrocarril Sud la llegada de una línea férrea hasta el lugar.
El fracaso de esta gestión, así como la crisis de 1890 y la quiebra del banco, motivará a sus autoridades a vender el hotel y las tierras a la Compañía Argentina del Riachuelo, empresa vinculada directamente al ex director del Banco Constructor de La Plata, Carlos Mauricio Schweitzer. La Prensa ilustraba el hecho mencionando el grandioso remate del "espléndido hotel con 150 lujosas piezas, ya concluido desde hace mucho tiempo". Una nueva venta en 1891 a familiares del Sr Schweitzer, y posteriormente su suicidio, marcarán el fin de los sueños de grandeza que Boulevar Atlántico había generado.
Será recién a partir de la década del 20´que el hotel inicia un período de esplendor. Mar del Sud se convertirá en los años siguientes en un lugar casi exclusivo que se desarrollará a la sombra de esa inmensa mole. A partir de los 70´su estado comenzará a decaer lentamente y "convertido en la sombra de su gran relumbrón, es el testimonio de una época. Esta junto al mar cayéndose de a poco. Desapareciendo lentamente."
En estos últimos años el ocaso se ha acentuado considerablemente. Nuevos dueños han tomado el control del edificio, sucediéndose numerosos inconvenientes que han determinado la clausura del edificio .Se han intentado distintos caminos para interesar a las autoridades acerca del estado del edificio, pero los problemas legales, penales, la falta de dinero y la desidia han contribuido, entre otras causas, a que este edificio continúe deteriorándose cada día más.
Numerosas modificaciones, contrarias a las reglamentaciones vigentes, han alterado su fisonomía dando una imagen penosa de este edificio declarado Monumento Histórico Municipal en 1988. Desgraciadamente no son muchos los hoteles de fines del siglo XIX y principios del siglo XX que se mantienen aún en pie. Hoteles como el de Sierra de la Ventana, el Bristol Hotel de Mar del Plata, el Tigre. Hotel o tantos otros, testigos de una época de esplendor, han desaparecido para siempre.
Creo que toda propuesta de rescate deberá considerar en primer término la difusión y publicidad de las características e historia del edificio, así como es fundamental la toma de conciencia por parte del municipio del valor patrimonial del bien, ya que sus características, sistemas constructivos y materiales son un excelente muestrario de la arquitectura de fines del siglo XIX, y por lo tanto un valor inestimable a tener en cuenta en su valorización. Esperemos que ese "después" al que alude el título de este trabajo, nos permita vislumbrar un destino más acorde con la historia y arquitectura de este hermoso edificio.
El Gran Hotel de Mar del Sud
Ya se ha escrito mucho sobre el gran Boulevard Atlántico Hotel de la localidad de Mar del Sud y en varias oportunidades con grandes errores sobre su historia o directamente relatos fantásticos en los que se mezclan barcos encallados y el oro de los nazis. Por eso desde estas líneas describiremos lo que los documentos históricos prueban.
El 28 de mayo de 1888, y ante la expectativa de la construcción de un ramal del ferrocarril desde Mar del Plata a Necochea, los señores Julio Goyena, Juan Bautista y Rómulo Otamendi y el Dr. Rafael Herrera Vega adquieren una parcela de 196 hectáreas al Sr. Fernando Otamendi, cuya inscripción se realiza recién en 1889. Inmediatamente construyen el hotel “Mar del Sud” en cercanías del mar, el cual fue luego abandonado, saqueado y sepultado por las dunas.
El mismo Fernando Otamendi vende en 1889 otra parcela al Banco Constructor de La Plata, una importante institución dirigida por el señor Carlos Mauricio Schweitzer, un emprendedor hombre de negocios de origen húngaro, quien hizo que aquel banco fuera el tercero en importancia en el país. Al poco tiempo se empieza a construir el “Boulevard Atlántico Hotel”, esta vez en una mejor ubicación que impide que sea afectado por la arena.
La crisis financiera del año 1890 hace que el presidente Juárez Celman tenga que renunciar y entre las instituciones afectadas estaba el Banco Constructor, el cual quiebra y su director se suicida en 1892. Esto y la cancelación del plan ferroviario hacen que el proyecto del balneario quede inconcluso.
El hotel fue vendido a un Sr. Dermott, tío de Schweitzer y las tierras a la “Compañía Argentina del Riachuelo”. Tiempo después el inmueble fue comprado por un Dr. Viayo para concretar una clínica que no prosperó, luego por el Ing. Gasco, pasando así por otros propietarios. Uno de los administradores más conocidos fue el señor Agustín Cozar y Gallego, un personaje bastante pintoresco.
Es interesante comentar que durante años estuvieron tirados al lado del hotel una cantidad de vigas de hierro, las cuales fueron adquiridas por la Madre Eufemia Otamendi para construir parte de las instalaciones de la estancia en los años treinta. Ese material quizás era para continuar la edificación que presenta un corte neto en su parte posterior, algo raro para ese tipo de obra.
LOS PRIMEROS “TURISTAS”
Los primeros pasajeros del hotel fueron alojados en enero de 1892 y fueron un grupo de inmigrantes judíos denominados “Pampistas” por el nombre del barco “Pampa” que los trajo desde Europa a Buenos Aires luego de un recorrido accidentado por varios países. Estos colonos fueron traídos por la Fundación del Barón Mauricio de Hirsch” para habitar una zona de Entre Ríos. A quienes más tarde se los denominaría “Gauchos Judíos” .
En su estadía en el mismo fueron afectados por un fuerte temporal que rompió parte del aún inconcluso hotel. Luego una epidemia de tifus y otras enfermedades se abatieron sobre los más débiles, muriendo unos cuantos cuyo número no se sabe ya que hay varias versiones. Según contaban los viejos habitantes de Mar del Sud era posible encontrar algunos huesos entre los médanos más allá del Arroyo La Tigra.
En el año 1935 la familia Aramendi, gracias al impulso que le da la familia Schweitzer, construye la primera casa de veraneantes dando inicio al desarrollo turístico del balneario.
Es curioso que lo que hoy conocemos como Mar del Sud era originalmente Boulevard Atlántico pero el primer nombre se impuso sobre ambos parcelamientos.
LA IMPORTANCIA DE UN MONUMENTO HISTORICO
Un monumento histórico demuestra la existencia de un pasado que es importante preservar, no sólo en su valor testimonial, sino también arquitectónico y estético.
En el caso del hotel nos muestra una época de gran desarrollo de nuestro país y la expectativa que generaba el crecimiento de ese entonces. Es el único testimonio de un balneario creado para tal fin en el que un hotel actuaba como atractivo.
Por otra parte y a nuestro juicio creemos que el mismo , una vez declarado Monumento Histórico, y definida su situación legal, debería volver a ser un hotel, interesando a tal fin a alguna de las grandes cadenas de hoteles , teniendo en cuenta el gran desarrollo edilicio de calidad que se está llevando a cabo en ese balneario. La empresa tendría que conservar la muy atractiva fachada pero podría reformar el interior según sus necesidades.
Hace poco la edición italiana de la prestigiosa revista de diseño Vogue, con la colaboración histórico-fotográfica del Museo Municipal Punta Hermengo, le dedicó dos páginas a este edificio, destacando su grandiosidad y desventurada historia. Creemos que tiene méritos suficientes para convertirse en un atractivo a nivel provincial y aún nacional, lo que beneficiará, en un plazo breve, a todos nosotros.
Historia
El otro hotel de los inmigrantes
Hace 120 años, un grupo de judíos de Europa del Este llegó a Buenos Aires en el vapor Pampa y pasó una temporada en Mar del Sud. Un viaje y una estada para recordar
Para Alicia Steimberg, escritora reconocida, su abuela Carlota, que emigró a los 11 años desde Ucrania, "conocía el secreto de la vida eterna". Esto cuenta en su ópera prima, Músicos y relojeros, donde habla de la niñez de una chica judía en la Argentina de la década de 1940. Su abuelo paterno, Rafael Steimberg, viajó a fines de 1891 en el vapor Pampa, perteneciente a la compañía francesa Chargeurs Reunis. La historia de los pampistas la atrapó desde que tuvo edad para comprenderla.
¿A quién no? 818 pampistas o estambulenses, inmigrantes judíos provenientes de Europa del Este que huían de las discriminaciones, las persecuciones y hasta los progroms surgidos en Rusia a partir del asesinato del zar Alejandro II en 1881, llegaron en aquel vapor.
El Pampa fue subvencionado por el célebre banquero judío alemán Barón Mauricio Hirsch, también llamado el Moisés de las Américas por su intención de generar una emigración en masa de los territorios hostiles a los judíos.
Según cuenta el arquitecto Pablo J. Grigera en su libro inédito Mar del Sud y el Hotel Boulevard Atlántico: "(.) El barón Mauricio Hirsch funda el 24 de agosto de 1891 la Jewish Colonization Association para asistir y promover la emigración de los judíos de todas partes de Europa y Asia, con un capital de 50 millones de francos oro depositados en el Banco Rothschild de Londres".
Grigera también describe al Pampa: "(.) Cubría el servicio de pasajeros de Buenos Aires hasta Le Havre y Dunquerque, pasando por Tenerife, y desde Europa uniendo Le Havre, Burdeos y escalas para arribar finalmente a Buenos Aires. El viaje costaba 180 pesos en primera clase y 32 en tercera y en el entrepuente. Su capitán era el comandante Fontaine y la tripulación era de 48 personas", informa.
Los pampistas llegaron a Buenos Aires el 15 de diciembre de 1891. O el 30 de diciembre. No se sabe a ciencia cierta. Como sus tierras en Entre Ríos no estaban listas, y paralelamente surgieron problemas en las colonias ya existentes (Carlos Casares y Moisés Ville), la solución transitoria del representante del barón, Wilhelm Loewenthal, fue enviarlos a Mar del Sud, villa balnearia coloquialmente llamada Mar del Sur, a unos 15 kilómetros de Miramar.
Así, a principios de enero de 1892 los pampistas fueron llevados en carros a la estación Constitución del Ferrocarril Sud, desde donde partirían con destino a Mar del Plata para, luego de pernoctar en los mismos vagones, iniciar la última etapa del viaje en 60 carretas hacia Mar del Sud.
Existen tres libros que abordan el tema de la llegada de los pampistas: Tierra soñada, Episodios de la colonización agraria judía en la Argentina. 1889-1959, de José Liebermann (Luis Lasserre, 1959); Recuerdos de un militante socialista, de Enrique Dickmann (Editorial Claridad, 1949); e Historia de los pampistas de Lázaro Schallman (Congreso Judío Latinoamericano, 1969).
La tierra soñada
Mar del Sud fue fundado en 1885 junto con su gran hotel, de más de 100 habitaciones en estilo francés, pensado para turistas europeos. Pero el sueño del balneario europeo a lo Brighton de Katherine Mansfield no prosperó: el Banco de La Plata SA que había decidido fundarlo como alternativa a Mar del Plata quebró; desde entonces Mar del Sud conservó ese aire salvaje que aún hoy lo hace especialmente atractivo.
En el capítulo "Un balneario singular" de Tierra soñada -ganador del primer premio del Concurso literario de la Jewish Colonization Association en 1952, en cuyo jurado estuvo Jorge Luis Borges-, José Liebermann recuerda la llegada a Mar del Sud: "(.) Cuando aquella impresionante caravana de sesenta carretas guiada cada una por dos carreros y acompañada por una tropa de jinetes montados en caballos de los más variados pelos se detuvo frente al rojo edificio del Boulevar Atlántico, en la solitaria localidad atlántica de Mar del Sud, a 75 kilómetros de Mar del Plata, los inmigrantes, levantando sus miradas al cielo, agradecieron a Dios por su misericordia para con ellos y con sus hijos, mientras fluían lágrimas de alegría de sus ojos".
En las crónicas de Liebermann, Dickmann y Schallman se considera este período marsudense de los pampistas como vacaciones turísticas.
Es probable que muchos la pasaran bien. Pero otros no tanto. Según Ariana Bekerman, tataranieta de Salomón Steimberg -que tomó la decisión de venir desde Bielorrusia con su esposa y su primer hijo-, para su tatarabuela, Amalia Rempel, la estada estuvo lejos de ser un descanso estival.
La historia de la familia pudo reconstruirse en parte gracias a una carta-legado de la tía bisabuela de Ariana, Esther, quien escribió para que todo lo que había sucedido no se perdiera.
"La situación era bastante precaria, el clima no era benévolo y surgió una peste que afectó a los más pequeños. Mi tatarabuela había dado a luz una criatura que falleció por esta enfermedad junto a muchos otros chiquitos que había en la comunidad. Se supone que están enterrados allí en una fosa común, Esther viajó para encontrar la tumba y no pudo", cuenta Ariana.
Las crónicas señalan que varios niños sufrieron una enfermedad (no se ponen de acuerdo si fue tifus, gripe o psitacosis) y fallecieron, siendo enterrados, según el reconocimiento del terreno del documentalista residente en Mar del Sud, Laureano Clavero, "en línea recta a la entrada del hotel, en la orilla sur del arroyo La Tigra", informa. Hoy ese emplazamiento está totalmente cambiado; cuesta creer que allí hubo un camposanto. Clavero es investigador especializado en paleontología, historia y cine, un amante de este balneario.
La hipótesis del cementerio se corrobora en el libro Mar del Sud, historia y vivencias, de Osvaldo J. Aramendi (Editorial Martín, 2006), donde el autor relata su infancia en la playa en 1935. En la página 30, reseña: "(.) Aquí debo decir que cuando llegamos a Mar del Sud, en los juegos de búsquedas atrevidas de niños explorando tierras casi vírgenes y sintiéndonos un poco dueños de la naturaleza, entre diversión y aventuras, descubrimos huesos humanos en los campos frente al arroyo La Tigra. Esos huesos estaban cerca de la costa, la mayoría eran de pequeños que no habrían logrado sobrevivir a la enfermedad".
Liebermann en Tierra soñada habla de una veintena de muertos, situación que no opacó en su caso los tres hermosos meses de vacaciones.
¿Qué pasó realmente en Mar del Sud? Si hoy los acantilados y sus refugios lo vuelven salvaje. ¿Cómo habrá sido la llegada de 60 carretas arengadas por gauchos, donde en la mayoría de los casos viajaban personas que no habían veraneado jamás y que ni siquiera hablaban el mismo idioma entre ellos? Es difícil saberlo, pero bien podría ser la imagen de una bella película.
Finalmente, el grupo retornó a Buenos Aires en tandas, desde donde se embarcaron a Concepción del Uruguay y, de allí, se distribuyeron en las tierras recién adquiridas de Entre Ríos por el Barón Hirsch, en San Antonio, Domínguez y Colonia Clara, así como otro grupo fue enviado provisionalmente a Moisés Ville en la provincia de Santa Fe, continuando así con la epopeya de la inmigración judía en la Argentina.
Atlántico y monumental
Apasionado por el hotel de Mar del Sud desde 1997, el arquitecto Grigera rescata la historia de uno de los últimos exponentes que queda en pie de la hotelería surgida en los centros de veraneo de nuestro país de fines del siglo XIX. Su libro inédito es la continuación de su trabajo de investigación presentado en el año 2000 en el concurso de Investigaciónes Históricas del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires. Grigera fue uno de los artífices de la declaratoria del Boulevard Atlántico como monumento histórico municipal.
Si el lector viajó a Mar del Sud, sobre todo si la noche anterior hubo sudestada, al mirar la arena con atención tal vez encuentre cubiertos de plata o tacitas picadas de porcelana de Limoges, de un edificio que aún hoy se puede visitar en su decadencia cada vez menos elegante.
UN GAUCHO JUDIO CON BUENA MEMORIA
Hijo de pampistas, a los 99 años Benedicto Caplan es descendiente de "una tribu de 30 familiares que vinieron en el vapor Pampa". Doctor en Ciencias Políticas y destacado economista, fue viceministro de Economía de la Nación y consultor internacional, entre otros trabajos.
Con lucidez reivindica su origen de gaucho judío nacido en Entre Ríos en las colonias de Hirsch: "Cada casa -cuenta- tenía una foto del barón al cual le estaremos eternamente agradecidos".
Las vivencias de Caplan fueron relatadas en su libro Memorias, un gaucho judío en la Casa Rosada (Editorial Milá, 2001). Allí dice: "El vapor Pampa arribó a Buenos Aires en diciembre de 1891 y mis abuelos desembarcaron ya con tres hijos, pues una niña les nació en el camino.
(.) A los pocos meses después del arribo se fundó la colonia San Antonio a la que fue destinado mi abuelo. Allí se instaló provisoriamente en una choza de barro y paja hasta que estuvo lista la casa construida por la colonizadora sobre el lote de 150 ha que le adjudicaron. Como la mayoría de las 4000 familias traídas por el barón Hirsch, recibió, además del traslado al país, el campo, los alambrados, el pozo, la hacienda vacuna y los caballos, las herramientas de labranza, las semillas, y un préstamo para alimentación por un tiempo prudencial".
PARA SABER MAS
Hoy, 120 años después, el hotel Boulevard Atlántico es un edificio fantasmal en un proceso de constante deterioro y, a menos que alguien lo evite, pronto se convertirá en ruinas.
La verdad que es muy interesante la hisotria, en su esplendor debe haber sido un lugar hermoso realmente, ya que mar del sud era la mar del plata de su epoca
ResponderEliminarEl proyecto de recuperacion del hotel ha comenzado a comienzos del 2012, aca el link www.blvdatlantico.com.ar
ResponderEliminarEn la sociedad impulsora de la construcción del Gran Hotel Mar del Sur , proyecto iniciado en 1880 y concretado en 1888,falta mencionar quien tal vez, haya sido el personaje mas famoso y también, el mas olvidado en la historia de Mar del Sur. Una estampilla Argentina se emite en su homenaje. El Cuartel Central de Bomberos de la Policia Federal Argentina ,lleva su nombre y guarda su busto. El Presidente Juarez Celman lo nombra Coronel y el Congreso lo asciende a General en el año 1907. Mi homenaje a este marsureño Dn. Jose Maria Calaza Couso.
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