Rowland Hill, mítico secretario de la Rugby Football Union (RFU) de Inglaterra, alertaba a fines del 1800 contra "los demonios" del profesionalismo. "Rowland Hill, and gentleman all/ Thanks to your efforts to? keep up the ball'." Los versos de la revista Punch exaltaban primero a Hill y luego al resto de los "caballeros" por "mantener al juego" fuera del dinero. Lo felicitaban por su defensa del amateurismo y del "fair play". Pero el nombre de Hill no produce los mismos recuerdos en Nueva Zelanda, favorito y anfitrión del Mundial de rugby que comienza este viernes en Auckland.
Es un nombre poco grato para la primera selección de Nueva Zelanda que en 1889 jugó en Inglaterra. El equipo tenía mayoría de maoríes, pero su nombre fue "The New Zealand Native Team". "Los Maoríes -los recibió el Daily Telegraph- progresaron desde que el capitán Cook encontró a los tatuados ancestros de nuestros visitantes comiéndose unos a otros en la selva." El desembarco de James Cook en 1769 inició la política del exterminio maorí. La prensa inglesa eligió simplificar el nombre de los visitantes: los llamó "Los Maoríes".Hicieron la gira más intensa de la historia. Seis meses: 107 partidos, 78 victorias, 6 empates y 23 derrotas. Una de ellas, 0-7 ante Inglaterra, en octubre de 1889 en Blackheath, es la que recuerda John Griffiths en el libro Rugby's Strangest Matches (Los partidos más extraños del rugby). En el primer tiempo, el full back Billy Warbrick apoyó la pelota dentro de su in goal para anular un ataque inglés. Pero Hill, árbitro del partido, dijo que el balón había sido apoyado por Harry Bedford y marcó try para Inglaterra. Hill volvió a marcar try de Bedford pese a que otra vez había sido un neozelandés (Harry Lee) el que había apoyado la pelota. Lo peor sucedió en el segundo tiempo. El capitán inglés, Andrew Stoddart, perdió sus pantalones cuando corría al try, tackleado por Tom Ellison. Los jugadores, fieles al "fair play" del rugby, lo cubrieron hasta que Stoddart se puso otros pantalones. Pero Hill había dejado seguir el juego y Frank Evershed anotó el try sin oposición.
Fue demasiado. Tres jugadores neozelandeses se fueron del campo furiosos y dejaron a su equipo con 12. La RFU inglesa se sintió ofendida, exigió disculpas y ordenó a los demás equipos británicos que no jugaran ante los visitantes. Fue necesaria una segunda disculpa. El texto, cuenta Griffithts, fue escrito por el propio Hill.
Stoddart, el capitán que había perdido sus pantalones, lideró a la selección inglesa que un año antes hizo una gira por Nueva Zelanda y Australia. Recibió a cambio una paga de por lo menos 200 libras esterlinas. Fue una de las tantas acciones en las que la RFU de Hill decidió mirar para otro lado. Seis años después de esa gira, en 1895, los clubes del norte de Inglaterra se hartaron de que la RFU considerara antirreglamentario el pago a los mineros que perdían un día de trabajo y no a los "gentleman" del Sur que recibían "viáticos". Crearon la National Rugby League (NRL), abiertamente profesional. Los amateurs de la RFU volvieron a sufrir el juego neozelandés en una nueva gira de 1905, que incluyó 31 triunfos en 33 partidos. Ya eran los All Blacks. Cuenta una leyenda que un corrector del diario New Zealand Herald creyó que faltaba una letra en el título de un gran triunfo de 1903 ante Australia. El periodista había puesto All Backs (Todos tres cuartos), aparentemente para elogiar el gran juego de manos de todo el equipo. El corrector creyó que el periodista quería hacer honor al uniforme negro y agregó la "L" que supuestamente faltaba. Como fuere, los All Blacks ya eran una potencia. "Sencillamente -se quejaba Donald Swann- no tienen noción de cómo se juega, discuten con el árbitro y celebran cuando ganan." Nueva Zelanda, disciplinada y muchas veces orgullosa colonia británica, decidió rebelarse al Imperio a través del rugby. Su estilo duro, y con reglas propias que agilizaban el juego, era considerado casi "profesional" por Inglaterra.
La historia moderna es más conocida. La RFU se rindió al profesionalismo en 1995. Los jugadores de su selección, si bien siguen perteneciendo mayoritariamente a clases medias acomodadas, pueden surgir ahora de escuelas públicas. Y pueden ser hasta "ilegales", como lo fue largo tiempo el samoano de 1,85m y 105kg Manu Tuilagi, nueva figura de la Inglaterra que enfrentará la Argentina en su debut del sábado. Todos cobran salario, han hecho huelga, tienen patrocinadores y agentes de prensa. A cambio, sus inconductas dejaron de ser patrimonio privado. En 2009 estalló el célebre escándalo conocido como Bloodgate, un jugador del Harlequins que, cuando su equipo ya había agotado los cambios y precisaba el ingreso de un pateador, forzó su salida simulando sangre con una cápsula que le había dado el médico del club, con el visto bueno del entrenador. En 2010 fue el turno del Bath, otro club tradicional, pero varios de cuyos jugadores se negaron a controles antidoping que buscaban confirmar si eran ciertos los rumores de que había un consumo cotidiano de cocaína en el plantel. Inglaterra hoy es flamante campeón del torneo de las Seis Naciones y subcampeón del último Mundial. Poco se sabe, en cambio, sobre la crisis que, ahora, sufre la propia RFU. "¿Podrá un deporte cuyas autoridades no saben autocontrolarse ser modelo de disciplina y constancia dentro del campo?", se preguntó hace unos días el especialista Eddie Butler en The Guardian.
Se trata de un escándalo interno que el mes pasado obligó a renunciar al presidente Martyn Thomas, que sigue sin embargo como director ejecutivo de la RFU, representante ante la International Rugby Board (IRB) y responsable de la organización del Mundial 2015, que se jugará en Inglaterra. Thomas frenó en junio, en plena sesión de directorio, la lectura de un informe que era devastador sobre su gestión. Amenazó a Jeff Blackett, autoridad disciplinaria, con una querella judicial si publicaba el trabajo. Blackett es el mismo autor del informe sobre las denuncias que implicaban a cuatro jugadores de la selección inglesa en un intento de violación a una joven neozelandesa, en plena gira de 2009. El informe impuso multas leves argumentando que la joven no hizo denuncia judicial, si bien fue a la policía y revisada por médicos. Dice Blackett al final del informe: "Sería hipócrita negar que también antes jugadores en gira bebían en exceso y llevaban mujeres a sus habitaciones, pero ahora son jugadores de elite, personalidades públicas, y su vida privada puede terminar en la tapa de los tabloides".
Rupert Murdoch, justamente rey de tabloides en el Reino Unido, tentó en los 80 con sus dineros de la TV a una Superliga paralela, por fuera de las estructuras oficiales. El temor a una escisión de las potencias del hemisferio sur (Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia, que tenían el apoyo de Francia) forzó a Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales, conscientes de que perderían a sus jugadores, a aceptar primero la disputa de las Copas Mundiales y luego el profesionalismo. El rugby, que históricamente fue siempre uno de los deportes más disciplinadores en términos de trabajo en equipo, modificó reglas y se hizo entretenido y dinámico como pocos. El profesionalismo, además, dejó casi en el olvido las grescas masivas de tiempos pasados. El rugby argentino, que también debe su origen a Inglaterra, fue a la primera Copa Mundial, en 1987, justamente en Nueva Zelanda, en medio de un fuerte debate. La selección fue acusada de haber realizado una preparación "científica", casi profesional. Especialistas decían en la TV que los jugadores ya no sonreían. Y lectores enviaban cartas a La Nacion y Clarín protestando porque los enviados escribían como si fuera "un Mundial de fútbol". Aún hoy, como lo hacía Inglaterra más de un siglo atrás, el rugby argentino debate si un jugador puede o no cobrar dinero por jugar. Los que sí cobran seguro, después de diez años de reclamos, y por primera vez en un Mundial, son los creadores originales del haka, la danza intimidatoria que realizan los All Blacks antes de cada partido. En 2009, el gobierno neozelandés cedió terrenos y unos 60 millones de dólares a cambio de los derechos. La decisión, que formó parte de una política de reparación por los abusos de los colonos británicos, benefició a la tribu maorí Ngati Toa. Uno de sus jefes creó hace más de 200 años el haka que Nueva Zelanda inauguró en aquella vieja gira de 1899 por el Imperio Británico. Eso sí, Rowland Hill, fallecido, no dirige más.
Por Ezequiel Fernández Moores Fuente: CanchaLlena.com http://www.canchallena.com/1404010-los-maories |
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